12-03-2010
El anuncio de Cristina Fernández a mitad de diciembre sobre la creación de un Fondo del Bicentenario con fondos de las reservas, abrió una crisis política que aun no se ha cerrado. La “normalización capitalista” y su intento de “volver a los mercados”, incluso reabriendo el canje de deuda en default, es boicoteada por la derecha, campeona olímpica en endeudamiento, ajuste fiscal, baja de salarios y jubilaciones. La crisis se profundizó cuando, una vez trabado el primer DNU, la presidenta anunció en la inauguración de las sesiones parlamentarias, que retiraba el viejo sólo para colocar uno nuevo, una maniobra para puentear el tratamiento legislativo. La oposición replicó con su intento de no votar la designación de Marcó del Pont al frente del BCRA. Pero la oposición es un conglomerado heterogéneo y acaba de perder la mayoría circunstancial del Senado. Estos vaivenes otorgan mayorías circunstanciales a ambos bandos. Por ese motivo, la crisis de poderes entre el legislativo y el ejecutivo se agudizará más allá del debate sobre la deuda.
La crisis y sus paradojas
El pago de la deuda con reservas del Banco Central es una operatoria que ya se ha realizado, que realizan muchos países y que debería ser apoyada por la derecha parlamentaria, pues ambos votaron juntos la reapertura del canje de deuda y el pago riguroso de los compromisos externos. De esta manera, la “reconexión” con el capital financiero internacional parecería ser una “política de Estado”. Está claro entonces, que la UCR, la CC, el PJ disidente y el PRO pretenden bloquear el pago con reservas para debilitar la autoridad política del ejecutivo y derrotarlo políticamente. ¿Cómo? Obligándolo a pagar deuda con dinero del presupuesto o a tomar nuevos créditos a altas tasas de interés. Pretenden “pinchar” la caja para que pierda las elecciones. Pero esto equivale a realizar un ajuste fiscal y a reducir obra pública, lo que significa una caída de la actividad económica, desempleo y reducción de los ingresos populares. El gobierno, por su parte, al tomar dólares de la reserva patea la deuda para adelante, evitando el ajuste actual, pero hipotecando el futuro. Lo que además ninguno de los voceros oficiales reconoció, es que la reconexión con el capital financiero internacional traerá una nueva ronda de endeudamiento, funcional a la liquidez mundial y en momentos en que la relación de fuerzas con los bancos internacionales es más favorable que nunca a los países endeudados. La crisis mundial, paradójicamente, ha dejado muy vulnerable y desprestigiado al sistema financiero internacional. Y justo cuando más débiles están, el gobierno argentino reabre el canje de deuda y les tiende un puente de plata. Luego de llenarse la boca con la defensa de la independencia nacional y la soberanía económica, de advertirle a los tenedores de bonos que no habría nuevas ofertas, se dispone, nada menos que en el año del Bicentenario, a volver sobre sus pasos. La paradoja oficial es que se encuentra en el medio de un combate político descomunal con toda la derecha argentina, los medios de comunicación, la Iglesia y las corporaciones empresarias, bajo la bandera de una causa anti-nacional y anti-popular. Exige del pueblo que se sume a una lucha ajena, para que los empresarios consigan créditos con una baja en la tasa de interés, los mismos empresarios que fugaron más de 40 mil millones de dólares en los últimos dos años. Esta “épica de la tasa de interés” tiene, sin embargo, indiferente a la gran mayoría del pueblo, que no comprende la crisis política pero siente en carne propia la puja de esos mismos empresarios por apoderarse de una parte de su ingreso mediante la presión inflacionaria.
La crisis desnuda también las paradojas de la derecha, que ha hecho del “consenso”, el “diálogo” y el “acuerdo”, las mejores armas “republicanas” para hacer arrodillar al gobierno y, como dijo Carrió “acorralar a la presidenta”. En nombre de la lucha contra el autoritarismo, han violado los reglamentos parlamentarios y no respetaron la proporcionalidad. Y en nombre del “consenso” medios como La Nación hablan de una salida “hondureña”. Es una derecha neoliberal, que se opuso a la más mínima medida progresista como la nacionalización de las AFJP o la Ley de medios. Que denuncia a las Abuelas de Plaza de Mayo y defiende a Ernestina de Noble a la que considera una “perseguida”, la que pone a como ministro de Educación al hombre de Cromañón (con perdón de nuestros antepasados homínidos). Es por eso que el programa de Proyecto Sur y el bloque de 11 diputados progresistas, un programa que exige investigar la deuda, conformar un Fondo para el desarrollo con parte de las reservas, que demanda una reforma tributaria progresiva, es incompatible con esta derecha troglodita y reaccionaria. La más firme independencia política respecto tanto al gobierno como a la oposición de derecha es la única vía para conformar un bloque social y político alternativo y terciar a favor de los intereses populares en esta crisis.
CINCO MEDIDAS A FAVOR DE LOS INTERESES POPULARES
1- Investigar la deuda externa
La deuda externa argentina fue originada en su mayoría por la dictadura militar, que se endeudó para facilitar la bicicleta financiera y estatizar deudas privadas. Tiene consecuencias nefastas al día de hoy y la tendrá para las generaciones futuras. Los intereses de la deuda insumen casi la suma del gasto público previsto en el presupuesto para Salud y Educación. El Estado nunca quiso investigar el origen de la deuda. Sin embargo el juez Ballesteros, que entiende en la causa denunciada por Alejandro Olmos falló en el año 2000, determinando 477 ilícitos junto a sus responsables técnicos y políticos con nombre y apellido. La Justicia admite la estafa y la ilegitimidad de la deuda pública externa. Sin embargo ninguna de las instituciones del Estado, ni gobierno ni oposición, han exigido o han instrumentado las medidas correspondientes para descartar la deuda ilegítima. Algo muy diferente sucedió en Ecuador. Allí se investigó y analizó durante más de un año el conjunto de los casi 10 mil millones de deuda externa ecuatoriana, donde se encontraron actitudes fraudulentas en la contratación y negociación de deuda donde más del 80% corresponde a refinanciamiento, y apenas el 20% a proyectos de desarrollo.
2- Reforma de la Carta Orgánica del Banco Central
Los tímidos intentos que se realizaron para modificar la Carta Orgánica del BCRA y la Ley de Entidades Financieras chocaron con la firme oposición tanto del oficialismo como de la oposición. Ambos sostuvieron el esquema neoliberal de un BCRA “independiente”, es decir, ajustado a los preceptos de la ortodoxia económica que nos llevó a la catástrofe del 2001.
3- Crear Fondo para el desarrollo
Una parte del abultado monto de las reservas de divisas sí puede y debe tocarse, pero no para retomar los pagos de la deuda externa sino para relanzar un plan de obra pública, vivienda, transporte, salud, educación e infraestructura, que impulse la creación de empleo y la demanda, el salario y las jubilaciones.
4- Reforma del sistema impositivo
El sistema impositivo argentino no se ha visto afectado de manera sustancial desde el 2003 y mantiene los trazos de desigualdad y desequilibrio en la presión tributaria. Mientras los pobres tributan en exceso, los impuestos a las ganancias y riqueza son débiles e ineficaces y las exenciones millonarias. Además, los aportes patronales, reducidos por Cavallo nunca fueron restituidos. Tampoco se reestablecieron los impuestos a las transacciones financieras y tenencias de bonos y acciones. Si se persigue la distribución de la riqueza es imperiosa una profunda reforma fiscal.
5- Control de precios
La inflación está siendo utilizada como mecanismo de redistribución de los ingresos a favor de los formadores de precios. Un grupo de grandes capitalistas imponen sus condiciones. Las amenazas de Moreno son expresión de impotencia más que de prepotencia. En verdad se requiere una real y auténtica política de control de precios, legislada y ejecutada con apoyo de la sociedad en su conjunto, que penalice y limite bajo amenaza legal los aumentos sobre los costos.
Por un gran movimiento social y político de los sectores nacionales, populares y de la izquierda
Los grandes partidos tradicionales, el PJ y la UCR, ya no conservan ni el recuerdo de aquel apoyo popular de antaño. Son máquinas electorales sin mística, sin convocatoria, porque defienden los intereses del establishment y porque están manejados por barones y punteros, cuyo único objetivos son los cargos y las prebendas. La video política reemplazó a la movilización popular y el más desenfrenado pragmatismo desalojó la discusión de ideas, proyectos y modelos de país. Hoy, todo un sector político, social, sindical, territorial crítico con las políticas del gobierno y la oposición viene dando pasos hacia la conformación de un instrumento nuevo. Proyecto Sur tiene hoy esa gran responsabilidad de canalizar y conducir ese proceso de surgimiento de una nueva alternativa popular. La izquierda debe apoyar y desarrollar esta experiencia. Para evitar los errores del pasado y nuevas frustraciones, hay que desplegar un claro programa nacional, antiimperialista y anticapitalista, como el que hoy Proyecto Sur viene sosteniendo frente a la crisis de la deuda. Además, se necesita la más clara independencia política en el parlamento, tanto del bloque oficialista como del opositor. Y en tercer lugar, creemos que es fundamental desarrollar esta herramienta con base popular, con militancia, cuyo norte sea la movilización extraparlamentaria, que es donde los pueblos deciden el curso efectivo de la historia, asegurando una participación activa en la toma de decisiones por parte de todos los militantes, construyendo una herramienta llena de vida y juventud, con delegados sindicales, territoriales, estudiantiles, para revertir el vaciamiento de la política y los aparatos vacíos sólo ocupados por los políticos profesionales, arribistas y punteros.
Marea del Sur integrante de Movimiento Proyecto Sur
